lunes, 17 de diciembre de 2007

“La salida del alma”
Manifestación en Burghausen20 de mayo de 1979

Cuarta parte

¡Dios no está en la casa de piedra! Tú eres el templo viviente del Espíritu Santo. Hombre, entiéndelo ya, si no, tu alma va a estar atada, e irá durante decenas de años, o siglos, a esta iglesia y por ello no adelanta ni un paso. Los seres espirituales, también las almas de planos de conciencia más elevados, tienen que esforzarse mucho, precisamente con aquellos hombres que no quieren encontrar a Dios en sí mismos y también con aquellas almas que buscan a Dios sólo en las iglesias. Hasta que se le puede aclarar a tal alma limitada u hombre limitado, que el Espíritu de Dios vive en el hombre mismo y así en toda alma, pueden pasar no sólo cientos o miles de años sino eras. El alma atada, ya sea la dogmática o la de un ateo, todas se dirigen a la materia, buscan su salvación en ella. Desean la encarnación, para vivir en la materia, porque en los ámbitos astrales no encuentran lo que tenían como hombres en la Tierra.

¿Cuántas veces va a desear el alma la encarnación? ¿Cuándo va a comprender el hombre por fin que todo es onda e impulso de vida, que en realidad no hay muerte, sino una eterna existencia en Dios? ¿Cuánto tiempo vais a adorar la materia? ¿Cuántas veces vais a seguir atando vuestra alma a través de pensamientos, palabras y obras? Vuestros pensamientos negativos serán increíbles torturas para vuestra alma. Y puedo repetirlo en esta hora y repito con gusto y conscientemente: En tanto que el alma todavía no se haya separado del cuerpo, estará sobre la tumba o el crematorio.

El tiempo final está cerca y el Espíritu ya no adorna las palabras. Las verdades son dichas sin rodeos. Queridos hermanos, queremos advertiros, dirigid vuestros pensamientos hacia Jesucristo. A cada uno de vosotros os es ofrecida amorosamente la vida de Dios. Jesús dio la vida, para que el Cristo en vosotros pueda desarrollarse, pero muy pocos hombres reconocen la fuerza fundamental de una vida consciente. La muerte pasa por la Tierra y obtiene una cosecha abundante. ¿Por qué? Porque atraéis la muerte y no la vida, porque creéis en la muerte, porque tenéis miedo de la muerte, porque ensuciáis la Tierra y toda existencia, por eso la “muerte” tiene una buena cosecha. La cosecha en el sentido de Jesucristo es escasa, porque hay muy pocos que se orientan hacia esta conciencia Divina y reconoce allí la meta de su vida.

Cuando en vuestras familias un alma va a volver a “Casa”, cuando el cuerpo muerto yace en el lecho, lloráis a la materia muerta, que en sí ya siente la fuerza de la transformación. ¿Es que sabéis lo que les hacéis a esas almas, que reconocen en sí al Cristo de Dios, y lo que también les hacéis a aquellas almas que ya ven su Espíritu protector o a los seres de mundos superiores que han venido a verlas? Con vuestras lágrimas y quejidos atáis a las almas a la materia. ¡Cuán a menudo capta el alma las infinitas ondas de amor de Dios, pero no puede separarse de vosotros, porque los hombres ignorantes lloráis por los muertos, estáis tristes y os quejáis! Llorad por vosotros mismos, estad tristes por vosotros, porque en los 2.000 años aún no habéis captado lo que significa la vida en Jesucristo. No existe ni la muerte ni los muertos, sólo un paso de la vida en materia densa a la vida en materia sutil. Pero si tu estructura de materia sutil sólo puede desarrollarse con mucho esfuerzo, porque se ata a la materia y busca su gloria en este estado consciente inferior, entonces está espiritualmente muerto.

¡Oh si pudieseis ver las torturas de aquellas almas, que quieren elevarse, pero son agarradas, porque parientes ignorantes se lamentan no sólo durante días y semanas sino años! ¡Qué podría ocurrir en estos años con un alma despierta, si el hombre ignorante no se agarrase a ella! Las almas tienen sensaciones mucho más elevadas que los hombres.

Cuando tu marido, tu mujer o tu hijo se vaya de esta Tierra, entonces reconoce, que se ha ido tu hermano o hermana, que un día volverás a ver. Sé consciente de que son tus hermanos, ya haya sido tu marido, tu hijo o tu mujer. Envíale pensamientos de amor al alma y pídele que se esfuerce por avanzar y que un día te venga a buscar, pero no la detengas. ¡Oh si pudieseis ver el alma de vuestro hijo que acaba de abandonar el cuerpo físico! Está ante los padres, el alma está triste: -”Madre, padre”, dice el alma-niño, “estoy vivo, estoy bien, seres de luz me han quitado los dolores, mi cuerpo es ligero, ¿por qué madre, padre, lloráis?”-. Y los padres ignorantes se lamentan y compadecen a su hijo, y a menudo atan el alma pura a la familia. Una y otra vez pide el pequeño alma-niño: Dejadme libre y que me desarrolle, no me detengáis con vuestras lágrimas, aquí hay mensajeros de luz que me quieren guiar y desarrollarme espiritualmente; dicen que soy una criatura perfecta de Dios”.
Continúa...

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